Este fin compartiré otra entrevista pero aún cuando también está vinculada al mundo enogastronómico, es diferente. Esta vez con una mujer, se trata de la española María Isabel Mijares. Experimentada enóloga, entusiasta, emprendedora y que, entre puros y vinos, vive una doble faceta que le apasiona. Espero la disfruten. ¡Feliz fin de semana!
Químico española, reconocida mundialmente y amante de las emociones que despierta un buen vino. Clara en sus convicciones y en que su proyecto de vida es formarse y capacitarse. Curiosa por las novedades que suscitan en el mundo vitivinícola, María Isabel Mijares no duda en afirmar que lo más importante del vino es “que te dé emociones”.
Como químico pensó especializarse en perfumes, pero a la vez quería dedicarse a algo que “tuviese vida, me hiciera vibrar, que pusiera mis sentidos a trabajar y que me llenara como ser humano”.
Fue así como llegó al vino, “donde hay vida, técnica y arte”. Lleva 30 años en lo que define como “investigación práctica”, y durante su recorrido se ha interesado en conocer sobre lo que hacen otros países en materia vinícola. “Eso me ha llevado a realizar asesorías, como la que le doy a Lavorum, un vino argentino”.
Mijares asegura que lo más importante son las emociones que están involucradas en el vino y que se transmiten en cada sorbo a través de los sentidos.
Aún cuando su interés por el producto de la vid no proviene de una descendencia o tradición familiar, considera que influyó mucho “la cultura específica del vino que había en casa y la importancia que le daba papá”; sin embargo afirma que la escogencia de su profesión es completamente vocacional.
Oriunda de Extremadura, España –de donde partieron “los hombres que tuvieron la suerte de encontrar tierras americanas”- Mijares siente una especial simpatía por América Latina, hacia donde ha enfocado su trabajo y sus conocimientos en consultoría internacional.
Actualmente dirige un periódico llamado Negocios en el vino y la restauración, el cual define como “la mejor aventura que hemos podido hacer porque es el nexo auténtico entre el productor y la cadena compradora. Se trata de un medio fundamentalmente económico, que aborda el mercado, temas nacionales e internacionales”.
Entre su entusiasmo se cuela un poco de nostalgia y manifiesta que se hubiera sentido encantada de “ver cómo se produce vino en un país tropical como Venezuela, conocer el proyecto de Bodegas Pomar y tener alguna responsabilidad en él”, aunque afirma que ha “establecido mucha relación con ellos” y que ha tenido la oportunidad de hacerles seguimiento.
Orgullosa, consiente que hoy día las mujeres ejercen cualquier oficio, sin que la enología sea la excepción, asegura que lo único que hay que hacer es querer y formarse. Para esta conocedora de vinos, los cambios “le permiten a uno prepararse y obligan a estar siempre actualizado, informado y dispuesto a seguir adelante”.
Doble faceta
María Isabel Mijares confiesa, sin tapujos y con una gran sonrisa, que tiene una doble faceta: “soy catadora y fumadora de puros”, dualidad que le ha dado ciertos problemas en el gremio porque “no parece ser muy adecuado para alguien que participa en todos los concursos internacionales de vino”.
Sin embargo esos problemas quedan en el camino. Ella misma lo ha demostrado a lo largo de su carrera y hoy lo afirma de manera contundente. “Se puede ser fumadora de puros y catar. El puro va con el vino y con los alcoholes”.
Cita algunos licores que con el tabaco combinan “maravillosamente, como el tequila, la champaña y el pisco peruano”. Mantiene la creencia de que “la cultura del cigarro puro es muy cercana a la del licor” y que “a la persona que le gusta tomar un buen vino y detrás de éste un buen alcohol (brandy, cognac, tequila), realmente le gusta acompañarlo con un puro, sea habano o de República Dominicana”.
La ciencia, el arte y el tiempo
A sus 30 años de experiencia, define la enología como “la ciencia y arte del vino”, en la que “ninguna de las dos partes puede vivir sin la otra”. Con una voz sutil pero certera expresa que aún cuando “el vino es emoción y placer y eso no se pude sentir sin que haya arte detrás, la ciencia es fundamental”. Y para que no haya duda alguna de su aseveración recalca que “no se puede hacer vino, ni se puede pretender ser enólogo, sin un conocimiento profundo de todo lo referente a la tecnología”.
A sus 63 años sostiene que no le da importancia a la edad, aún cuando al hablar de sus preferencias la menciona: “me gustan los espumosos Brut, y los vinos con una gran complejidad. A lo mejor es una cuestión de la edad”.
Sonriente aclara que antes le “gustaban los vinos jóvenes” y que ahora opta “por los vinos complejos. Aquellos que te digan algo. Que te traigan recuerdos y que te hagan vivir emociones diferentes”.
Para finalizar afirma que “hay que estudiar el vino de la cepa a la copa”, aseveración que le da el título a su nuevo libro, cuyo prólogo fue escrito por Emile Peynud, uno de sus grandes formadores.
