Fragmentos de mi gran proyecto
Hola!, he estado desaparecida mucho tiempo pero aquí estoy!. Hoy hago una presentación formal de un gran proyecto que tengo y que, espero, algún día pueda materializarlo: mi libro. Lo que copio a continuacón es resultado de algunos meses de trabajo. Claro que, como es largo, lo iré presentando por fragmentos. Espero que lo disfruten y que me hagan saber sus comentarios!!!.. Feliz tarde!!, auqnue en Carcas se vislumbra lluviosa como ha estado todo el día.
Hoy, 4 de junio de 2006. Veintisiete años han pasado desde que vieron la luz por primera vez las gemelas De Grazia Suárez: Ana Karina (en adelante Kari) y Ana María. Esta última soy yo y he tomado este día para emprender un viaje en los recuerdos que me sirvan para relatar las aventuras y desventuras que se da en éstos casos. Para comenzar debo aclarar que en todo este tiempo más que gemelas hemos sido grandes amigas, cómplices y, de alguna u otra manera, también rivales.
Las razones que me llevaron a hacer esta escritura es que en infinitas oportunidades me han preguntado ¿qué se siente ser gemela?, ¿qué se siente tener una persona igualita a ti?. Yo siempre respondo que “normal” pues, no conozco la vida de otra manera. Aún así aquí dejo por escrito la respuesta a estas interrogantes y a otras tantas que surgen al ver pasar a dos personas tan iguales, ¡como dos gotas de agua!.
Ambas somos de baja estatura, tez morena, cabello oscuro y usamos lentes para corregir la visión. A primera vista parecemos dos gotas de agua pero luego y, a pesar de las similitudes, nuestras diferencias salen a relucir. Por supuesto, a los amigos se les hace más sencillo distinguirnos y cada uno tiene su manera de hacerlo pero siempre remitiéndose al tono de voz, la mirada, la sonrisa, e, incluso al saludo.
A simple vista, Kari es de piel más clara, cabello castaño corto y de facciones más serias que yo, que tengo ojos más grandes y uso el cabello natural, de un castaño casi negro y más largo.
Si se le preguntara a las tías y primos ¿en qué nos diferencian?, algunos se quedarían callados y otros darán la respuesta comodín: una usa el cabello largo y la otra corto. Pero en realidad, los rasgos que nos hacen distintas van más allá de lo que se percibe a simple vista y es con el trato que se logra captar.
Por otra parte y aunque cueste creerlo, los que nos logran diferenciar hasta por teléfono son los más pequeños: nuestros sobrinos. Son cuatro y con tan solo escuchar la voz ya saben quién le habla o con mirarnos ya saben quién está con ellos.
Hasta la fecha la unión ha prevalecido. Siempre juntas, cursamos estudios de primaria, bachillerato, diversificado y por poco también la universidad pues, ambas comenzamos a estudiar medicina. Carrera que, al tercer semestre, dejamos para agarrar caminos diferentes. Kari comenzó Derecho y yo Comunicación Social. A ella no le gustaron las leyes y se cambió a Farmacia, culminándola un año después que yo la de periodista.
Para llevar a cabo esta labor un poco maratónica me valgo no sólo de mi experiencia, sentimientos y situaciones particulares y las de kari sino también del testimonio de todas las personas que nos rodean y han compartido con nosotras en todo este tiempo.
Hoy, 4 de junio de 2006. Veintisiete años han pasado desde que vieron la luz por primera vez las gemelas De Grazia Suárez: Ana Karina (en adelante Kari) y Ana María. Esta última soy yo y he tomado este día para emprender un viaje en los recuerdos que me sirvan para relatar las aventuras y desventuras que se da en éstos casos. Para comenzar debo aclarar que en todo este tiempo más que gemelas hemos sido grandes amigas, cómplices y, de alguna u otra manera, también rivales.
Las razones que me llevaron a hacer esta escritura es que en infinitas oportunidades me han preguntado ¿qué se siente ser gemela?, ¿qué se siente tener una persona igualita a ti?. Yo siempre respondo que “normal” pues, no conozco la vida de otra manera. Aún así aquí dejo por escrito la respuesta a estas interrogantes y a otras tantas que surgen al ver pasar a dos personas tan iguales, ¡como dos gotas de agua!.
Ambas somos de baja estatura, tez morena, cabello oscuro y usamos lentes para corregir la visión. A primera vista parecemos dos gotas de agua pero luego y, a pesar de las similitudes, nuestras diferencias salen a relucir. Por supuesto, a los amigos se les hace más sencillo distinguirnos y cada uno tiene su manera de hacerlo pero siempre remitiéndose al tono de voz, la mirada, la sonrisa, e, incluso al saludo.
A simple vista, Kari es de piel más clara, cabello castaño corto y de facciones más serias que yo, que tengo ojos más grandes y uso el cabello natural, de un castaño casi negro y más largo.
Si se le preguntara a las tías y primos ¿en qué nos diferencian?, algunos se quedarían callados y otros darán la respuesta comodín: una usa el cabello largo y la otra corto. Pero en realidad, los rasgos que nos hacen distintas van más allá de lo que se percibe a simple vista y es con el trato que se logra captar.
Por otra parte y aunque cueste creerlo, los que nos logran diferenciar hasta por teléfono son los más pequeños: nuestros sobrinos. Son cuatro y con tan solo escuchar la voz ya saben quién le habla o con mirarnos ya saben quién está con ellos.
Hasta la fecha la unión ha prevalecido. Siempre juntas, cursamos estudios de primaria, bachillerato, diversificado y por poco también la universidad pues, ambas comenzamos a estudiar medicina. Carrera que, al tercer semestre, dejamos para agarrar caminos diferentes. Kari comenzó Derecho y yo Comunicación Social. A ella no le gustaron las leyes y se cambió a Farmacia, culminándola un año después que yo la de periodista.
Para llevar a cabo esta labor un poco maratónica me valgo no sólo de mi experiencia, sentimientos y situaciones particulares y las de kari sino también del testimonio de todas las personas que nos rodean y han compartido con nosotras en todo este tiempo.
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