Fragmentos III
¿Gemelas y rivales?
Desde pequeñas kari y yo hemos sido como una pieza completa. Crecimos con la idea que éramos un equipo y así hacíamos todo: estudios, trabajos, juegos y hasta los quehaceres de la casa que nos repartíamos lo que más gustaba hacer. Como nunca falta siempre surgía el comentario de “¿cuál es mejor?”, ¿quién lo hace más rápido?, principalmente en los familiares porque los profesores poco podían decir de nosotras pues, siempre tuvimos muy buena trayectoria escolar.
El caso es que una vez que entramos en la universidad, nos fuimos para Ciudad Bolívar a estudiar medicina nos conseguimos con un niño (ahora debe ser todo un hombrecito) que nos decía “se parecen igualitas a las gemelas y rivales” haciendo alusión a un programa de televisión. Y nosotras nos reíamos mucho porque él, con sus ocurrencias, nos preguntaba muchas cosas y siempre terminaba con la frase “se parecen igualitas a las gemelas y rivales”.
Lo curioso es que somos la antítesis de esas gemelas y rivales a las que él se refería pues, aquellas son blancas, rubias, altas y flacas, lo demás pueden imaginárselo sin ser muy detallista. Aún así él nos consideraba “igualitas”. Luego supimos el por qué: se amaban pero no por eso dejaban de competir en todo.
Y es que eso pasa precisamente. Nos queremos, cuidamos y protegemos muchísimo pero en lo que hacemos una se destaca más que la otra en algo. Ya sabemos quien es “mejor” para cada cosa por lo que sin siquiera ponernos de acuerdo ya cada un a sabe lo que le corresponde al momento de hacerlo; es decir, si vamos a la playa, yo alisto el bolso porque no olvido nada. Si se va a hacer arroz con pollo kari lo prepara porque el de ella es insuperable; y así.
No es por nada pero siempre nos empeñamos en que lo que hacemos quede bien. Eso se lo debemos, sino en su totalidad en su gran mayoría, a pina porque siempre nos exigía lo mejor de lo mejor que podamos hacer. Ella nos enseñó desde sacudir el polvo hasta preparar pollo horneado, entre otros platos.
La cocina es una de nuestras más grandes pasiones. Quizás por estar desde pequeñas en contacto con los fogones, caldos y especies de la cocina, tanto criolla como italiana en el restaurante. Crecimos en ese mundo y lo más lógico es que aspiráramos tener un negocio propio: Un café, al estilo europeo. Allí podremos gerenciar, atender y deleitar hasta los paladares más exigentes.
Desde pequeñas kari y yo hemos sido como una pieza completa. Crecimos con la idea que éramos un equipo y así hacíamos todo: estudios, trabajos, juegos y hasta los quehaceres de la casa que nos repartíamos lo que más gustaba hacer. Como nunca falta siempre surgía el comentario de “¿cuál es mejor?”, ¿quién lo hace más rápido?, principalmente en los familiares porque los profesores poco podían decir de nosotras pues, siempre tuvimos muy buena trayectoria escolar.
El caso es que una vez que entramos en la universidad, nos fuimos para Ciudad Bolívar a estudiar medicina nos conseguimos con un niño (ahora debe ser todo un hombrecito) que nos decía “se parecen igualitas a las gemelas y rivales” haciendo alusión a un programa de televisión. Y nosotras nos reíamos mucho porque él, con sus ocurrencias, nos preguntaba muchas cosas y siempre terminaba con la frase “se parecen igualitas a las gemelas y rivales”.
Lo curioso es que somos la antítesis de esas gemelas y rivales a las que él se refería pues, aquellas son blancas, rubias, altas y flacas, lo demás pueden imaginárselo sin ser muy detallista. Aún así él nos consideraba “igualitas”. Luego supimos el por qué: se amaban pero no por eso dejaban de competir en todo.
Y es que eso pasa precisamente. Nos queremos, cuidamos y protegemos muchísimo pero en lo que hacemos una se destaca más que la otra en algo. Ya sabemos quien es “mejor” para cada cosa por lo que sin siquiera ponernos de acuerdo ya cada un a sabe lo que le corresponde al momento de hacerlo; es decir, si vamos a la playa, yo alisto el bolso porque no olvido nada. Si se va a hacer arroz con pollo kari lo prepara porque el de ella es insuperable; y así.
No es por nada pero siempre nos empeñamos en que lo que hacemos quede bien. Eso se lo debemos, sino en su totalidad en su gran mayoría, a pina porque siempre nos exigía lo mejor de lo mejor que podamos hacer. Ella nos enseñó desde sacudir el polvo hasta preparar pollo horneado, entre otros platos.
La cocina es una de nuestras más grandes pasiones. Quizás por estar desde pequeñas en contacto con los fogones, caldos y especies de la cocina, tanto criolla como italiana en el restaurante. Crecimos en ese mundo y lo más lógico es que aspiráramos tener un negocio propio: Un café, al estilo europeo. Allí podremos gerenciar, atender y deleitar hasta los paladares más exigentes.